La motivación es un ingrediente esencial en el aprendizaje y, en ocasiones, uno de los más complicados de conseguir en el aula. Un alumno desmotivado no escucha, no se esfuerza, pierde interés y puede llegar a dificultar el desarrollo de la clase.
Pese a que es un tipo de motivación que, por definición, nace del interior de la persona, lo cierto es que existen estrategias para potenciar la motivación intrínseca:
Intentar asociar las actividades de la clase con los intereses del estudiante: deportes, música, eventos de actualidad, cultura audiovisual, etc.
Despertar la curiosidad del estudiante apelando al factor sorpresa. Por ejemplo, señalando discrepancias existentes entre determinadas creencias de la mayoría de la gente sobre muchos temas y la realidad.
Utilizar juegos y actividades, no line y físicas, para hacer las clases más divertidas, amables y cercanas a los alumnos.
Introducir variedad en la organización y estructura de las clases para no aburrir a los alumnos con una excesiva monotonía.
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